martes, 16 de enero de 2018

Justo así.

Ella me regalo un rock, yo de mi parte le dediqué un vallenato. Ella tan de ese altiplano que tanto gustó a los europeos en América, yo por mi parte tan folclórico, más del norte, más provinciano.

Tan convencidos que eramos iguales, que los dos nos miramos con confianza, los dos añorábamos algo bañado en salsa, que oliera a nuestro pequeño país tropical.

Ella arrojó su sabor en mí, yo que no creía que me faltara, ella parecía de mi familia, yo la sentía muy cercana. 

Y aunque los años pasen, siempre la voy a entender, pues la felicidad no es el apego, sino la libertad del otro ser.

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