sábado, 25 de enero de 2020

Olor a mí.

Sos el recuerdo que asoma de nuevo en mi ventana. Aparecés para revivir mis carencias, pero también para potenciar mis sueños. De nuevo estás aquí, esta vez con ese olor a mí que me faltaba, llegás más fuerte que nunca porque esta vez te parecés mucho a mis alucinaciones.

Sabés a la hermosa cadencia de un buen vallenato, saboreo tu risa como el rocío de la mañana y el frío de la noche que embellecen nuestro pueblo. Vos sabés a mí, a la gente amable, a maiz que se tuesta, a todo los motivos para volver a visitar nuestro hogar.

Y, aunque tu silencio me ensordezca, y mis miedos se vuelvan gigantes porque sé que no te quedás, no puedo dejar de volver a sentir tu olor a mí, ese que huele mejor cuando estás vos.

Vos sos olor a mí, y en tus pensamientos sé que nunca contemplaste que yo sería olor a vos, así tan profundo, tan noble y tan amoroso, como comida de casa.

Y, aunque será mejor dejar de oler tan cercanos, siempre estará la esperanza constante de volver a sentir algo que es de uno, como los amigos del barrio, como las calles empedradas, como las cuestas empinadas o como papá y mamá.


lunes, 3 de diciembre de 2018

Pruebas de más de un año.

Te puedes sentir solo estando acompañado, o sentirte acompañado estando solo. O lo peor, sentirte solo estando realmente solo.

Fueron testigos de un año dificil mis momentos y las cicatrices que dejo consigo. Lo que sería un viaje de sueños, que de por sí lo fue a mi manera, estuvo lleno de un antes triste, un durante desesperanzador, y un después amargo. Sabores que aún siguen en mi boca, pero que espero cepillar lo más pronto posible con mi esperanza constante y mi valor para asumir la vida.

Fue así, antes de irme a Europa mi niño descubrió su cruz. Antes de conocerlo, su papá me enseñó a amarlo como él me amó a mí, pero el destino ha jugado sus cartas para llenar de tragedias todo lo que viene de él, por una mal llevada vida. Así es, mi alma aún me dice que Dios nos ama y que seremos capaces de enderezar los caminos, pero que depende de ellos y no de mí. De su tacto y rectitud, los cuales su padre nunca tuvo.

Este episodio me revolvió mis miedos, mis inseguridades, mis debilidades. Las tensiones que aún no se van del todo crecieron de manera exponencial, mis alergias se hicieron más fuertes, mi piel lo notó, pero más mi alma que se sentía triste y extraña. En el extranjero quería desbocarme en amor y experiencias, pero me ganó la profunda melancolía que me acompañaba, y la incapacidad para estar bien yo mismo, antes de estar bien con otro.

Luego supe que su hija nos demostraba que todos los esfuerzos habían sido en vano. No la juzgo, ella es resultado de un ambiente hostil. De dos seres que no estaban anclados a esta tierra. Una vez más la desilusión me acompañaba, pero la tranquilidad llega cuando te das cuenta que ese no es tu centro, y que es de esas cosas que le tienes que soltar al universo. Sin embargo me fui componiendo, regresé con alegría, aunque esta se fue desvaneciendo al ver que era yo en un ambiente diferente, enrarecido, donde ya muy poco me motivaba. El licor no hacía lo mismo de antes, me hacía daño, un daño intenso, los seres humanos no aparecían para amarme como yo quería, no había ilusiones infantiles, o tal vez estaban pero el que no estaba era yo.

A pesar de eso quería ser el mismo. Ese que aguantaba no ejercitarse, no dormir bien, desgastar la fiesta. Pero el cuerpo me cobraba cada día la búsqueda de la felicidad en cosas efímeras. Se puso peor, la muerte nos arropó de nuevo y se fue el único hombre de verdad que ha tenido esta famila. Y el problema no es la muerte, sino los vacíos que deja y el dolor que causa cuando no es planeada, cuando llega de repente. Y allí tuve que estar yo, de pie para ser el bastón de apoyo de mi querida, sacando la fuerza que no tenía porque me seguía sintiendo extraño, muy extraño.

Pero seguí de pie, me preparo día a día para la batalla, ahora me conozco muchísimo más. Y ante esa actitud rara de la vida hacia mí, he podido salir de los problemas, o ir saliendo, porque todavía no he sacado la cabeza victorioso. Ir saliendo ha significado dejar amigos en el camino, entender lo que duele la traición y la falta de solidaridad. Hasta eso ha tocado aprender en este año que me gustaría llamar nefasto pero que mejor llamaré de abasto. De abastecerse de una verdadera crisis para tener caracter, ese que se necesita para enfrentar de verdad la vida y poder autorrealizarse.

Reciéntemente hasta sentí el miedo que mi reina se fuera.Y la tristeza se hizo mucho más profunda. Pero volvió a salir la casta y el valor que tengo adentro. Ese mismo que, con el miedo más grande, le ha dado la pelea a los grandes retos. Volvió a salir y esta vez para confirmarle a los de alrededor que soy capaz de ser yo, y que de paso no me importa nada lo que piensen. En absoluto.

Vamos cabalgando con tremendas rocas de lado y lado. Pero vamos sacándole el triunfo al destino. ¿Que si ganaremos?  de eso estoy seguro. Volverá la vida, la alegría que dan las notas de un acordeón, volverá el amor. Volverá sin ninguna duda el gozo por vivir y sin ninguna duda me encontrará mejor.

martes, 16 de enero de 2018

Justo así.

Ella me regalo un rock, yo de mi parte le dediqué un vallenato. Ella tan de ese altiplano que tanto gustó a los europeos en América, yo por mi parte tan folclórico, más del norte, más provinciano.

Tan convencidos que eramos iguales, que los dos nos miramos con confianza, los dos añorábamos algo bañado en salsa, que oliera a nuestro pequeño país tropical.

Ella arrojó su sabor en mí, yo que no creía que me faltara, ella parecía de mi familia, yo la sentía muy cercana. 

Y aunque los años pasen, siempre la voy a entender, pues la felicidad no es el apego, sino la libertad del otro ser.

Enrolado.

De cómo la vida te demuestra que no hay línea recta ni verdades enteras. Esto es de cómo la vida te confirma lo increible que es cada día y que las promesas de Dios llegan siempre en el momento indicado y a su manera.

Viajé miles de kilómetros para encontrar lo que hubiese querido ver en una calle bogotana un día cualquiera, en esa época en que sentía que la vida no me quería. Fue lo primero que vi en ese nuevo país, que ya no era tan extraño pues estaba ella, tan llena de olor al país tropical que me vio nacer.

Y siendo ella tan bogotana, que iba a saber yo que iba a tener, esa mezcla latina que encanta,  entre la fría y hermosa sabana.

Allí la vi, tan llena de ideas y de ganas, tan llena de vida y ganas de vivirla. La vi tan mía, así como la quería. Su cara redonda y su pelo hasta la cintura, su olor a bueno, su olor a paz.

Me gusta toda. Me gustan sus ideas, su mirada, lo que piensa, lo que dice, como lo dice, su esencia y hasta su manera de decir no. Me gusta toda, la quiero mía, pero también la quiero de la vida.

Goteras de un techo ajeno.

Que son las fugas intermitentes que nadie entiende en otros cuerpos, que de por sí la vida misma es complicada para asumirla en soledad y con el orgullo de creer que lo podemos todo, así canse, así duela y así el cabello se quede en tus manos.

Y qué si apoyas tus cargas en un hombro ajeno, dónde están esos hombros, por qué no son comunes si en la palabra aquel hombre sabio habló del prójimo como lo más importante.

Y qué si no somos los más apuestos, los de más éxito y los más ostentosos. Y qué si vives liviano y te concentras en amar al otro. Por qué tu vida no se pregunta si al lado está quien carece de lo que tienes o lo que sabes.

A qué horas nos cobijó el egoísmo y la indiferencia constante, si el alma se llena más con el compartir y la satisfacción de sellar las goteras de un techo ajeno, en vez de lujos propios que no tienen la mirada alegre de quien se estaba mojando.

El olvido.

El olvido es un alivio de las almas afligidas por los falsos amores.

Es un error de aquel que piensa que la medicina del olvido tiene raíz en los kilómetros de distancia, no, la verdadera cura llega de las actitudes vacías del otro, que cansan hasta al más enérgico y aburren hasta al más divertido.

La madurez te enseña la importancia del olvido, no como ese: "ya no me acuerdo", sino como ese: "me acuerdo porque aprendí, me dolió, pero ya no me duele".

Sí, el olvido es un alivio, pero debe ser visto más como el comienzo de la evolución del ser humano. Hay que aprender del olvido, hay que amarlo, y ser una mejor persona a partir de allí.

Desde que tiene lugar el olvido comienza una nueva etapa, muchos no lo ven así, y siguen siendo los mismos a los que les tocará olvidar mil veces a la misma persona.

¡No! Si a ti te toca el olvido, que sea para que en el siguiente olvido puedas aprender nuevas cosas, o mejor aún, para que ya no te toquen más olvidos.

martes, 20 de junio de 2017

Sobre las historias.

Me gustan las historias donde el dulce empalaga a la mayoría y la esperanza abraza a los que la necesitamos.

Me gusta pensar que el amor es una realidad de la vida, y que la vida puede ser más vida si nos liberamos de las cargas y empezamos a recorrer el mundo sin prejuicios.

Me gusta sentir que hay un lugar perfecto para cada quien, donde la gente te mira a los ojos y te abraza con sinceridad, donde somos arte para los demás, y donde los demás son el lienzo para trazar nuestras mejores marcas de ilusiones.

Creo en la capacidad del ser para ser amado y que el optimismo no es una excusa ni unas manos sobre tus ojos, sino el sentido de la vida para que pueda ser vivida.